CARONDELET
La historia de este emblemático
edificio se remonta a la época colonial, alrededor del año 1570,
con la adquisición de las primeras casas reales asentadas en la
ciudad de Quito.
Las primeras casas reales
La primera sede de la Corona española
en la Audiencia de Quito funcionó cerca del convento e iglesia de La
Merced (actuales calles Cuenca y Chile) hasta alrededor del año
1611, cuando murió Diego Suárez de Figueroa, secretario de la
Audiencia, quien era dueño de un pequeño palacete edificado en el
costado occidental de la plaza central (Plaza Grande). A diferencia
de Lima y México, en donde los conquistadores Francisco Pizarro y
Hernán Cortés reservaron para sí los mejores solares de la Plaza
Mayor para sus palacios, en Quito, Sebastián de Benalcázar realizó
la fundación de la ciudad en un paraje, ubicado en las actuales
calles Olmedo y Benalcázar, que fue provisionalmente la Plaza Mayor.
Esta se trasladó un poco más al sur varios años después, y las
casas de Benalcázar quedaron a varias cuadras de distancia. Por lo
demás, el fundador de Quito siguió su viaje hacia la actual
Colombia, en donde se estableció y murió.
Juan Fernández de Recalde, presidente
de la Audiencia en ese entonces, informó al rey que el palacete de
Suárez de Figueroa que se ubicaba en el flanco occidental de la
Plaza Mayor, se encontraba en remate, y la Corona lo adquirió por
tratarse de un edificio más grande y cómodo para albergar las
dependencias de la Administración hispana en suelo quiteño. De allí
en adelante, el poder de la Audiencia se radicó en la Plaza Grande.
Tiempo después, el sucesor del
presidente Recalde, Antonio de Morga, informó al Rey que las casas
reales eran indignas de llevar ese apelativo, pues ya resultaban
estrechas y muy viejas, por lo que propuso comprar las casas
adyacentes al palacete original. A partir de entonces, el conjunto de
tres casas unificadas en una sola fachada sufrió una serie de
transformaciones. El terremoto de 1627 forzó a comprar los edificios
vecinos que, por su vetustez, fueron reedificados de cantería,
ladrillo y cal que le confirieron su característico color blanco,
vigente hasta el día de hoy.

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